Siempre hay segundas oportunidades. Al menos para el suizo Roger Federer, que busca el único título de Grand Slam que todavía no ganó, el de Roland Garros.
El viernes en las semifinales, el número uno del mundo despachó al peligroso Nikolay Davydenko, cuarto favorito, por 7-5, 7-6 (7-5) y 7-6 (9-7), en tres horas y un minuto. Pero tan importante como la victoria en sí fue cómo sucedió, ya que Federer mostró gran fortaleza para levantar situaciones adversas y jugó como quizás nunca se lo había visto sobre arcilla.
Su rival en la final saldrá del duelo que a continuación sostendrán el segundo preclasificado, el español Rafael Nadal, y el sexto, el serbio Novak Djokovic.
Será la octava final consecutiva de un Grand Slam para FedereR.
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