Adalberto Álvarez: La gente no olvida el Son

"El Caballero del Son" es uno de los pocos portadores del Son fuera de Cuba y además uno de los mejores. Este miércoles 25 en el Cubanito, Zürich.

(Entrevista a Adalberto Álvarez, extraida de www.cubarte.com)

Las influencias de su padre, Enrique Álvarez, marcaron un referente musical en los inicios?
En la casa de mi infancia siempre se escuchó música. Mi padre tenía un grupo sonero -tiene todavía-, y lo que lo influenció a él fue, indirectamente, lo que me pasó a mí, el ambiente del hogar. Mi mamá, Rosa Zayas, me enseñó a cantar la segunda voz. Mi abuela materna cantaba en la iglesia evangélica. Así que había toda una confluencia de diferentes corrientes musicales, que, lógicamente, tuvo que ver con mi desarrollo musical posterior.

Cuánto le aportó la orquesta Son 14 a su carrera? ¿Cómo le fue en esa experiencia como director?
Esa era mi segunda oportunidad de dirigir, porque la primera fue Avance Juvenil, creada por mi padre. Cuando terminé en la Escuela Nacional de Arte (ENA) y me fui a trabajar a la Escuela Vocacional de Arte de Camagüey, mi papá me dio las riendas de su agrupación para que pudiera experimentar. «De hecho, siete de los músicos más jóvenes de avance Juvenil se fueron conmigo a Santiago de Cuba. Más ese repertorio de Son 14 estaba probado y ensayado en la orquesta de mi padre. Dirigir allí estuvo antecedido por esa experiencia, y resultó menos complicado».

Por qué decidió dejar la agrupación si estaba en tan buen momento?
El inconveniente era la vivienda. Yo no era santiaguero, sino de Camagüey, y vivimos seis años en una casa de visita, hasta que llegó el momento en que no se pudo más y, lamentablemente, hubo que separarse.

Cómo asumió el reto de mostrar un concepto musical diferente al conformar su propia orquesta en los años 80?
Era mi música y mis arreglos, aunque creo que lo que marcó a Son 14 fue el sello de Tiburón. Sin embargo, el nuevo grupo tenía otro formato, con el incremento del timbal, trombones, un teclado y otros cantantes. Era una sonoridad diferente, aunque estuviera el mismo arreglista y compositor

Hay estudiosos que afirman que la crónica urbana, la trova y la influencia de la poesía de Nicolás Guillén, matizan sus piezas musicales. ¿Cómo define Adalberto Álvarez sus composiciones?
Trato de hacer canciones que la gente logre entender. No rebusco palabras; utilizo un lenguaje sencillo y que sea internacional. A veces busco temas locales, del costumbrismo, como ese de Un pariente en el campo. Pero trato de usar frases que se entiendan en un contexto universal, que lo pueda escuchar un dominicano, un panameño, un italiano, y sepa de qué estoy hablando. «Soy respetuoso con las letras y muy optimista. Me gusta que la gente se sienta feliz cuando escuche una canción, un disco o un concierto míos».

Teme que el son cubano pudiera estar desplazado ante la popularidad que ganan el reguetón y el rap?
Pasaron el rock and roll, mozambique, charleston, pilón y unos cuantos ritmos más, y el son está ahí. No creo que la gente lo olvide. El cubano necesita bailar en pareja. Y le llamen casino o no, lo que bailarán será son. Cuando den las vueltas y hagan los movimientos bailarán música cubana. «No estoy en contra ni de espalda a las tendencias musicales actuales. Bienvenido sea lo nuevo, siempre que no sea indecente ni chabacano, tenga sabrosura y se pueda combinar con los elementos de la cubanía».

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