Adiós a Mongo Santamaría, un grande de la música cubana



Mongo Santamaría, el percusionista cubano que más influyó al jazz latino, fue sepultado el lunes a las 10 de la mañana en la ciudad de Miami. El famoso músico falleció el sábado alrededor de las 4 de la madrugada en el Hospital Bautista del suroeste de Miami, a causa de complicaciones de un derrame cerebral. Tenía 86 años.

Santamaría creó escuela como conguero, con su virtuosismo en los golpes secos. Su talento musical era puramente innato: no leía ni escribía música. Introdujo instrumentos folklóricos afrocubanos como los tambores batá y chekere en el jazz latino, compuso, dirigió conjuntos, grabó más de 40 discos en solitario o con agrupaciones, y fue pionero del formato de jazz latino que agrupa piano, bajo, percusión y línea de tres metales.

Su vida artística transcurrió fundamentalmente en Estados Unidos, adonde llegó en 1949.

"No sólo fue un maestro inigualable del tambor, sino también un gran aglutinador de músicos, sus grupos fueron como grandes escuelas de jazz", dijo Nat Chediak, autor del Diccionario de Jazz Latino (1998).

En los años sesenta contrató para su agrupación a Armando Corea (más tarde Chick Corea), al flautista Herbert Laws y al trompetista Marty Sheller, todos figuras reconocidas del jazz. A lo largo de los años, trabajó con cantantes y percusionistas como Rudy Calzado, Francisco Aguabella, Rubén Blades y Marcelino Guerra, entre otros.

Entre sus éxitos figuran Afro Blue (1959), un clásico del jazz latino, y Watermelon Man (1962), que estuvo seis semanas en la lista de éxitos de Estados Unidos.

Ramón Santamaría nació en 1917 en el barrio pobre habanero de Jesús María, santuario de rumberos. Dejó la escuela para trabajar como cartero y poder dedicarse a la percusión. Viajó a México en 1948, e integró la orquesta de Dámaso Pérez Prado, con la cual realizó una gira por Estados Unidos el año siguiente.

Desde entonces se radicó en Nueva York, y en los últimos años de su vida viajaba a Miami para pasar el invierno.

Con la orquesta de Tito Puente graba dos discos clásicos de la percusión afrocubana, Puente in Percussion (1955) y Top Percussion (1957). Después se asocia con el grupo de Carl Tjader, con quien hace historia en la ciudad de San Francisco. En 1960 viaja a Cuba, donde graba Mongo en La Habana, con Carlos Embale y Merceditas Valdés, y Sabroso, con el tresero y compositor Niño Rivera, autor del tema El Jamaiquino.

Es a su regreso a Estados Unidos que firma con el sello Riverside, en 1962, con el fin de dedicarse al jazz latino. Un año después está al frente de un formato moderno de jazz latino, en una época en que las big bands enfrentan la preponderancia del rock.

En la década del sesenta trabaja con Laws y Sheller, entre otros músicos; el también legendario bajista cubano Israel López Cachao colabora con él en los primeros años de la década del setenta.

En 1977 grabó con Fania All Stars y al año siguiente ganó un premio Grammy con su disco Amanece.

En el Festival de Montreux de 1980 grabó con Dizzy Gillespie; en 1987, Jonny Almendra participa en el primero de siete discos con la banda de Santamaría.

Con Gillespie viajaría luego a La Habana, donde ofreció varios conciertos.

En 1988 graba con el pianista Michel Camilo una brillante versión de Blue Bossa; ese mismo año, tres músicos —Ray Vega, Bobby Porcelli y Mitch Forman—, quienes luego serían The Bronx Hornos, graban uno de sus tres discos con Santamaría.

En la década del noventa, el conguero participó esporádicamente en discos de otros músicos, como Come on home (1997), de la pianista y compositora Valerie Capers.

A Santamaría le sobreviven seis hijos, once nietos y dos bisnietos, y la gloria de su contribución a la música universal.

[por IVETTE LEYVA MARTÍNEZ, Miami]