"Acá qué quieren? quieren que te guste, o que ames el trabajo que te ofrecen?", escuché por casualidad en una pausa en la escuela donde estudio alemán mientras esperaba mi turno para tomar un café. Parecía que me estaban hablando a mí. Pero no, cuando voltee, era un grupo de cuatro estudiantes que estaban discutiendo la realidad del recién llegado en la búsqueda de trabajo.
Aún así, me hice cargo de la frase y me la guardé en el bolsillo, como para darle vistazos en lo que pasaba del día. Por supuesto que yo, al igual que esos estudiantes me encuentro en la misma situación.
La frase era muy clara. Cuando inicié mi búsqueda de trabajo en Suiza empecé apuntando por lo que yo sé hacer. Lógicamente, el poco dominio de la lengua germana se convirtió en un gran obstáculo. De esa manera, y casi rendido, los criterios de búsqueda empezaron a desaparecer. Dejé de ser periodista, y agente de viajes para buscar trabajos en lugares donde es más fácil que te contraten porque no tenés que usar la cabeza, sino la fuerza. O al menos, la fuerza predomina por sobre el uso de la cabeza.
Teniendo ésto una vez en claro, llegué al convencimiento de que le daría tiempo a mi cabeza para acostumbrarla a este nuevo lugar y que mientras, los músculos se harían cargo de la situación. Si no me equivoco la conversación fue la siguiente:
-Vos quedate tranquila, descanzá que nosotros nos encargamos –le dijeron mis músculos a mi cabeza-
-Están seguros?, no quieren que intente un poco más? –Insistía la cabeza-
-Tranquila. Vos mientras andá viendo cómo vamos a hacer más adelante. Mientras tanto, dejanos a nosotros.
Lo bueno de todo esto es que la cabeza no saca provecho de la situación y trabaja en paralelo. Pero a su vez, la búsqueda de trabajos donde el uso de la fuerza era esencial, pedían específicamente experiencia previa. Nuevo obstáculo. Por momentos pensé que todos aquellos momentos de la vida en que ayudé a mudar a familiares, o bien, a arreglar desperfectos de la casa podrían convertirse en experiencia. Aunque nunca lo fue de manera profesional. Ahí, parado en el medio, entre el uso de la cabeza, con la imposibilidad de encontrar trabajo fácilmente; y por el otro lado el uso de la fuerza, pero sin experiencia previa profesional, fue ahí cuando recordé de nuevo la pregunta que me agarró desprevenido en la escuela y le encontré una respuesta: sólo se necesita un poco de suerte. Un poco de suerte ayuda a atravesar la red.
Y atravesar la red es lo que quieren que hagas. Dejando de lado todo tipo de prejuicios, y rencores. Será así que, cuando te juntes con los tuyos, ya no lo harán para quejarse. Atravesar completamente la red, significa tan sólo un paso en el proceso de adaptación.