Centenario del danzón

El inicio del danzón hace 130 años, es un tema de debate que llega hasta nuestros días. Marca su inicio oficial la noche del 1º de Enero de 1879, con la pieza "Las Alturas de Simpson", de Miguel Faílde, en el Club Matanzas (más tarde Liceo Artístico y Literario). Este Club efectuaba bailes, fiestas populares y parrandas de la alegre juventud matancera, donde se encontraban bellas y renombradas muchachas yumurinas.

Alejo Carpentier en su clásico libro La música en Cuba, escribe: “Enunciado por Saumell, el danzón quedaría consagrado como nuevo tipo de baile por el músico matancero Miguel Faílde, que compuso en junio de 1877, cuatro danzones titulados: El delirio, La ingratitud, Las quejas, Las alturas de Simpson. Se dijo que Faílde había inventado el danzón, sin tenerse en cuenta que se editaron danzones –ya calificados de tales- en fechas muy anteriores. Lo que ocurrió fue que, en un principio, el danzón apenas difería de la contradanza, en lo que a música se refiere”.

En una biografía muy enjundiosa sobre Miguel Faílde, su sobrino Osvaldo castillo habla de danzones ya tocados en 1871 y 1872, y hace referencia a sus posibles inicios en 1856. La fecha del 1º de enero de 1979, se coloca como aceptación oficial del ritmo bailable que ya el pueblo conocía de sobra, en una fiesta dada en los salones del Liceo, Carpentier considera que ese baile fue un innegable tinte racista.

El musicólogo Leonardo Acosta se asombra de la manera en que el dogma de la fecha de 1879, quedó como fecha indiscutible, a base de la repetición. Sucede que los presentadores de la radio y los teatros, los disqueros, los publicistas gustan de poner sellos y fechas que ayudan a situarse en tiempo y espacio. Eso tiene sus inconvenientes, como ya vemos, aunque ayuda a afirmar y ponerle cuño a momentos, hitos de la música. También ayuda a que los saqueadores de ritmos –que andan por el mundo- no se atrevan a echar mano a lo que no les pertenece.

Acosta tiene razón en que el danzón ya venía caminando y cocinándose, gradual y orgánicamente, desde medio siglo atrás (como casi siempre sucede), con las obras, "El Dedo de Lanzaluze" o "El sungambelo", que son verdaderos danzones. Danzones evolucionados de la contradanza y la danza.

El danzón se presenta oficialmente en 1879, en el Club de Matanzas (después Liceo de Matanzas y Círculo Juvenil), porque la influencia extranjerizante era muy fuerte, el vals, el pasodoble, el one two, two step, fox trot, charleston, bailes rápidos y sofocantes extenuantes que penetraban en los salones de sociedad cubanos.
A las músicas populares de origen africano o afroespañol le abrieron un fuego cruzado, esa tupida maleza de prejuicios llegan hasta nuestros días de una manera o de otra. Los ataques emprendidos contra la timba cubana, tenían un trasfondo de menosprecio. El danzón fue proscrito, vituperado catalogado por los detractores de bailecito de candil (baile de culebreo), indecente, lascivo, indecoroso, salvaje. “No me pidas que te explique/ el daño grave y profundo/ que causa este baile, oriundo/ del Congo y de Mozambique/ quiso bailar Satanás/ y lo arrojaron del cielo/ ¡Pobre Cuba, patria mía!.../ ¡Ah! Juventud desdichada!...”

La Aurora del Yumurí publica el 3 de agosto de 1881, en sus gacetillas: “Que bailen todos; ante los repugnantes goces que proporcionan esos interminables danzones que se tocan Esteban”. Y una señorona folletinista de El Almendares, se expresaba al describir un baile de Marianao: “Lo único que queremos es que se prohíban los cencerros. Si esto ha de suceder, lo cual es probable, visto del modo como interpretamos el más inocente de los placeres, preferimos morirnos antes de presenciarlos…El vals de Strauss nos deleita, lo decimos con la franqueza que nos caracteriza, el danzón nos espera. ¡Oh, el danzón es un baile impropio de una reunión culta! Abajo los danzones”.

Pero la juventud no cree en cuento chino, ellos deciden casi siempre el nacimiento y empuje de los nuevos ritmos. Los jóvenes buscaban otras diversiones como los bailecitos de candil (lugares ilícitos), donde nació el danzón. Ellos, que no podían encontrar el aliciente de la conversación durante el baile, necesitaba otra cosa que hiciera transcurrir agradablemente el tiempo que tenían que permanecer frente a una compañera que no podía seguir la conversación, y pidieron a los músicos como Miguel Faílde que arreglara aquel baile de figuras, de modo que, con el mismo compás, se pudiera bailar como la danza. Así se hizo, y aunque varió la manera de bailarlo, siguió llamándose como su originario: El Danzón.

El fondo político de desprecio al danzón por tratarse evidentemente de algo “cubano”, podemos comprenderlo mejor si vemos como para homenajear a un grande de la patria como Juan Gualberto Gómez, se escogieron precisamente danzones, y así la noche del jueves 15 de diciembre de 1881, se efectuó en los salones del Louvre de La Habana, un grandioso baile a beneficio de ese reputado patriota, tocando en él las cinco orquestas más acreditadas de la época: Miguel Faílde, Raimundo Valenzuela, Calans, Arango, Espinosa; todas ellas interpretaron en danzón El Siglo XX.

La historia del danzón es más larga y más rica, después se fundió con el son, surgiendo el danzonete, el danzón-mambo (Nuevo Ritmo), el mambo y el cha cha chá. Músicas que están presentes, de una manera o de otra en los ritmos modernos de América.
El tema Oye como va, registrado por Tito Puente y versionado por Carlos Santana, fue un éxito total en el rock latino. A todas luces se trata de un una obra tomada directamente de la composición Chanchullo, de Israel López.

Carlos Santana es un astro del rock latino, estrella del Festival de Woodstock del 16 de agosto de 1969 y ya está en la Galería de la Fama del rock and roll de Hollywood. A la pieza de Tito Puente, le agregó el órgano, la batería y la guitarra; era el estilo en ese tiempo”.

El danzón está en las células de muchas músicas de los intérpretes jóvenes, en los ritmos que se van creando, en la esencia de la vida musical cubana.