Dónde fue a parar la ayuda internacional para las zonas devastadas por el terremoto del 15 de agosto del 2007?

Reseña de la visita de la comitiva de CAMBIA PERÚ – LIMA a las ciudades de Cañete, Pueblo Nuevo e Imperial.

A un año del terremoto que remeció la zona centro-sur del Perú, tuvimos la oportunidad de visitar la zona siniestrada para constatar en el lugar el avance de los trabajos y la situación de sus habitantes. Nuestra visita obedecía principalmente a la firma del Convenio educativo entre CAMBIA PERÚ y la Municipalidad de Pueblo Nuevo (Chincha), con miras a la construcción de un Centro de Formación Profesional (CFP).

Dicho centro tendrá como misión formar profesionalmente alumnos del 3ro. al 5to. año de secundaria, en las áreas de mecánica de precisión, electricidad, electrónica, albañilería, agricultura, textiles, cocina y repostería, a la manera de los aprendizajes tal y como se les conoce en Suiza (Apprentissages, Lehre).

Conociendo las carencias educativas de la zona (y del Perú en general), la formación profesional a este nivel viene a cubrir un vacío educativo que le hacía falta a la juventud y a la economía regional, proponiendo profesionales a la salida de la escuela secundaria, allí justamente donde las posibilidades de formación se hacen inciertas y nuestra juventud, sin visos de futuro, ve muchas veces truncada su integración social dando paso a los graves problemas sociales que la zona conoce. Es igualmente la clase media, venida a menos estos últimos años, que se verá reforzada por este proyecto educativo.

Como se recuerda, el terremoto del 15 de agosto del 2007 tuvo su epicentro a 40 kilómetros al oeste de la Ciudad de Chincha Alta y a 150 km al suroeste de Lima. Fue uno de los más fuertes que el Perú haya podido vivir estos últimos años y es casi comparable al terremoto de 1970 en la ciudad de Huaráz, en la sierra del Perú. Esto sin contar las innumerables réplicas de diferente intensidad que la zona tuvo que soportar durante los días que siguieron.

Según estadísticas oficiales, este sismo se llevó la vida de 595 peruanos, dejando 1’800 heridos, 76’000 viviendas totalmente destruidas e inhabitables y cientos de miles de damnificados. Las zonas más afectadas fueron las provincias de Pisco, Ica, Chincha y Cañete.

Casi todas las organizaciones internacionales acudieron en ayuda al Perú, enviando lo necesario para las zonas afectadas. Numerosos países brindaron su apoyo material con cuerpos médicos por ejemplo y sobretodo dinero, siguiendo las recomendaciones internacionales en casos de catástrofe. Los consulados y embajadas del Perú abrieron sendas cuentas bancarias para que se depositaran las donaciones. A esto se sumaron las múltiples actividades en el mundo, donde asociaciones de peruanos hicieron actividades para recolectar fondos de ayuda…
De esto último, difícil sería decir quien decía la verdad y quien no. Muchas veces al dolor que se vivía en la zona, no faltaron quienes vieron en este drama una manera de enriquecerse. Esto sin contar con la fuerte corrupción que aún impera en los medios gubernamentales. Según los damnificados, sería necesario que las autoridades, asociaciones y personas que participaron en estas actividades expliquen a dónde fue a parar todo el dinero recolectado, o el que por cuenta propia recole

Para colmo de la inoperancia, el gobierno peruano nombró una comisión llamada FORSUR para reconstruir las zonas devastadas, poniendo a la cabeza al empresario Julio Favre, acusado de haber sostenido los grupos paramilitares durante el régimen de Alberto Fujimori. La Comisión de la Verdad había probado que un local de las empresas de Favre, al norte de Lima, había sido utilizado como centro de detención y torturas durante dicho régimen. FORSUR está compuesto igualmente de otros empresarios íntimamente ligados al fujimorismo.

En el fondo parecería que en el Perú no hubiera “otra” gente que los nombrados y que sería un endémico huérfano intelectual en materia de ingenieros, técnicos, arquitectos y/o urbanistas probos sin ningún tipo de interés económico o pasado poco reluciente.
Pero más allá de este clásico tráfico de influencias y falta de visión, toda administración se juzga no solamente por los que la integran, sino por las obras realizadas que es lo que a los damnificados les interesa en el fondo. El balance a un año del sismo es entonces negativo, por las siguientes razones constatadas en las ciudades visitadas:
• Escaso apoyo económico y material por parte de las autoridades competentes hacia las familias afectadas por el sismo,
• Módulos de viviendas pequeños e incompletos, con baja calidad de materiales y en mal estado,
• Planchas de techo en cartón prensado y con huecos, puertas sin seguro,
• Fragilidad de las maquetas para divisiones o paredes,
• Ausencia de baños o letrinas en muchas áreas afectadas,
• Carencia de servicios elementales tales como agua y desagüe,
• Recolección insuficiente de basura y desechos, con riesgo de enfermedades y epidemias,
• Irregular y poca distribución de la ayuda internacional, sin que se conozca dónde se ha centralizando la ayuda,
• El bono de ayuda de 6’000 soles (= 2’250 Francos suizos), tan anunciado por el gobierno, sólo se ha dado a 350 personas de más de 1’500 afectados en esta zona solamente,
• Este bono es insuficiente para la construcción de una vivienda y cubre solamente la construcción de una base de pared lineal de 4 metros,
• La población afectada no cuenta con ningún asesoramiento técnico adecuado para la construcción anti-sísmica ya que la zona puede volver a temblar,
• No existe ningún plan de reordenamiento territorial que permita que nuevas zonas o ciudades puedan surgir en un corto o mediano plazo,
• Sin planeamiento territorial y arquitectónico serio, la región afectada construye con las mismas características que han causado su destrucción,
• Los materiales de construcción han aumentado considerablemente su precio, constatándose en esas zonas un aumento del 50-60% con respecto a antes del terremoto sea en el fierro, el cemento y la piedra chancada,
• Ausencia de planes de evacuación en caso de terremoto; la población sigue sin saber qué hacer en caso de sismo,

Finalmente, como pudo constatarlo el psicólogo Pedro Gastañaduy, la población experimenta:
• sentimientos de resentimiento,
• frustración,
• sensación de abandono y olvido,
• desmoralización,
• desesperanza,
• sentimientos de culpa electoral,
• desilusión gubernamental,
• impulsividad colectiva,
• baja auto-estima,
• recelo,
• desconfianza,
• fuerte deseo de justicia,
• enjuiciamiento negativo en la percepción de los políticos con el consecuente pensamiento nihilista y necesidad de un “salvador mesiánico” que alivie sus penas y condiciones de vida paupérrimas, y
• temor latente ante la inseguridad.

Frente a toda esta desilusión, esperábamos ver cargadores frontales en acción, equipos de trabajo yendo y viniendo, albañiles, etc. pero nada de eso hubo. Olores nauseabundos nos invadían a cada dos pasos fruto de la falta de letrinas. Los mismos habitantes insistieron en llevarnos a Hualcará, donde pudimos constatar que la situación era más calamitosa. Los habitantes continuaban a vivir en la plaza central, en medio de esteras. Para ellos aquella “ciudad modelo” que el actual gobernante les había prometido, era sólo una frase más dentro de todo su arsenal de demagogia.

Mientras recorríamos la zona, mucha más gente comenzó a unirse a la comitiva. Cada uno de ellos nos decía su verdad y vida cotidiana sin esperanza. Nos invitaban a su casa y pedían que ese sufrimiento no quede allí. Pedían que ese clamor se haga saber al mundo. Hubiésemos podido ir casa por casa o a otras zonas devastadas como San Luis por ejemplo pero nos esperaban en Pueblo Nuevo. Sin prometer volver, la comitiva salió para encontrarse con el alcalde Lucio Juárez.

Pasadas las 22h00 regresamos a Cañete procedentes de Pueblo Nuevo. Entretanto, los damnificados se habían reunido en el Municipio esperándonos para tener un cabildo abierto y exponer su situación. Fue la mejor manera de conocer muy de cerca, luego del constato visual, la verdadera problemática de la región. Y es así como los testimonios se sucedieron uno tras otro, hablando de problemas sempiternos los cuales uno pensaría que en pleno siglo XXI ya no existían. Poco a poco se pasó del terremoto a temas de sociedad como el desempleo y los despidos masivos.

Cabe decir que estas zonas antes del terremoto ya eran pobres. El terremoto sólo ha revelado una realidad presente y constante. Pasar por pueblos como Cañete o Chincha nunca fue un regalo para los ojos ya que cierto desarrollo se concentraba en el centro de la ciudad para luego perderse en las afueras.
Continuamos a pensar que es en esta región donde el Perú puede llevar a cabo una “región piloto”. Es aquí donde el nuevo salto hacia el siglo XXI se debe cristalizar. Sin embargo, a un año del terremoto, lejos estamos de ver algo mejor resurgir de los escombros. La errada reconstrucción de Huaráz amenaza entonces con repetirse por estos lares.

Ya pasada la medianoche, fuimos a descansar con todas estas duras imágenes en la mente. La comitiva debía empezar el día siguiente con la entrevista en el canal Reporte 39 y la visita al alcalde de Imperial. La problemática social y de desarrollo fue el tema central de la entrevista. Allí tuvimos la oportunidad de exponer nuestras conclusiones de manera objetiva.
Cuenta la conductora Karina Valdés que la audiencia fue considerable debido a las llamadas pidiendo más información sobre nuestras actividades en la región. Se pudo medir allí el impacto de la reunión de la noche anterior con la población.
Pero pocos días después esta libertad de la prensa se vio coaccionada al enterarnos que la conductora fue despedida por “reestructuración”.

Una vez terminada esta entrevista nos pusimos en marcha hacia Imperial. El alcalde de dicho distrito nos esperaba y no tardó en hacernos parte de su impotencia frente a las carencias en su zona. Nos pedía que le proporcionáramos cargadores frontales y excavadores ya que dicha ayuda el gobierno central no se lo había hecho llegar desde el terremoto, pese a sus múltiples requerimientos.

Supimos estos últimos días que llegaron las autoridades para celebrar el primer aniversario del terremoto, y con ellas los excavadores…Los discursos no han variado, las promesas tampoco. La demagogia se sigue burlando del dolor.
Ese mismo día, la comitiva debía apresurar su camino a Lima ya que en horas de la noche viajábamos a Chimbote, donde nos esperaba una conferencia en la Municipalidad del Santa.

La comunidad internacional debe saber que en estas zonas se sufre. Y se sufre mucho. Que el dinero muchas veces ha servido a alimentar la corrupción y que por lo tanto, se deben privilegiar proyectos directos con organizaciones probas, cuya actividad a lo largo del tiempo sea eficaz. Esta visita reafirmó nuestra convicción de trabajo y las palabras de César Vallejo sonaron más ciertas que nunca: "Hay hermanos mucho por hacer".

[Cambia Peru]