El cha cha chá cumple 60 años

Cuba, es el país de América que más ritmos triunfadores llevó por el mundo, la habanera influyó al samba, el tango, la danza cubana, el merengue y el jazz. El bolero es la cancionística que más tipifica al continente. El son está presente en casi todas las músicas bailables del Caribe. El mambo fue la primera gran explosión de la música cubana en el planeta y el cha cha chá puso a bailar hasta la Reina Isabel.

El cha cha chá marca su inicio en el verano de 1953, llegó tan lejos que en China es el ritmo más conocido, alcanzó una durabilidad mundial y se convirtió en plantilla básica para el rock and roll de los 50 y 60 del siglo XX.

Un tumbao de 1960, en un arreglo de René Touzet, sobre el cha cha chá de Rosendo Ruiz Quevedo, Amarren al loco, fue la plantilla básica según me explica el musicólogo estadounidense Ned Sublette. La obra Louie Louie, es la más fehaciente muestra y la versión de La bamba, de Richie Valens, Satisfaccion de Duke of Earl y muchas más.

Brigiette Bardot bailó un cha cha chá en su atrevida película "Y Dios creó a la mujer". En el musical West side story, la pieza principal, María es un cha cha chá. El rey del mambo Pérez Prado grabó cha cha chá, Machito y sus Afrocubanos (reyes del latin jazz), Fajardo y sus Estrellas llevó el cha cha chá a los grandes cabaret como el Montmartre de La Habana y el Waldorf Astoria, de New York y hasta Japón llegó con su Sayonara. Nat King Cole grabó El bodeguero de Richard Egües. En esos tiempos, decían los músicos estadounidenses, todo sonaba en cha cha chá.

“El cha cha chá es el rey" –proclamaba el crítico musical John Wilson, "ha inundado casi todos las fiestas y salones de baile del mundo y en especial de este país". San Cooke grabó Every body loves to cha cha chá (Todo el mundo baila el cha cha chá). El ritmo se ha colado hasta en el Grenwich Vilage de Nueva York. Para ganar popularidad muchas orquestas adaptaron nombres relacionados con la música cubana, el cha cha chá y La Habana.

La saga del cha cha chá
El cha cha chá es un largo proceso que se extendió por unos quince años en el que intervinieron ritmos cubanos: el danzón fundido con el son.
Uno de los puntos de giro, fue la creación por Orestes López de la composición Mambo (Danzón con el Son) de 1938. A partir de entonces comienza una saga del “Nuevo Ritmo”, que llamaron “Mambo”.

En ese rico proyecto cubano intervienen los hermanos Israel (Cachao) y Orestes López en la Orquesta Arcaño y sus Maravillas. La orquesta Melodías del 40, Ideal, Fajardo y sus Estrellas, Neno González y la América de Ninón Mondejar, donde era el director musical Enrique Jorrín, un verdadero genio de la música, según declaraciones del propio Rafael Lay, director de la Orquesta Aragón.

La América con Jorrín van experimentando con la manera de tocar de la orquesta, con el sonido protagónico del ritmo del güiro de Gustavo Tamayo, creador del rayado en el cha cha chá.
Los bailadores se movían al ritmo del güiro en el nuevo ritmo que se ofrecía la Orquesta América, en el Club Julio Antonio Mella, en las emisoras Mil Diez (del partido Socialista), en Radio Salas, CMX, La Voz de los Ómnibus, La cadena Roja (patrocinada por la galleta El Gozo).También en las sociedades Los Jóvenes del silencio, Silver Stars, Inter Social, La Federación de Sociedades Juveniles y, por supuesto en los salones Amores de Verano de Prado y Neptuno.

El director de la América, Ninón Mondejar va ideando un danzón para cada uno de los club donde se presentaban, fueron ganándose el nombre de “La creadora del danzón cantado”. Desde luego, detrás de ese proyecto estaba Jorrín, apoyado por músicos de la talla de Félix Reina (violín), Gustavo Tamayo (güiro) y Antonio Sánchez Reyes “Musiquita” en el piano.
Una verdadera constelación de estrellas, muchas de ellas procedían de la gran Orquesta de Arcaño y sus Maravillas; pero ahora querían hacer algo más juvenil y novedoso. En toda la Habana la gente se movía al compás del cha cha chá.

Estos músicos con mucho oficio e ingenio efectuaron una verdadera revolución musical, las grandes innovaciones en la música, a veces, son movimientos casi imperceptibles.
El cha cha chá que fue conformando Jorrín, junto a las estrellas de la América, consistía realmente en hacer un danzón cantado por los integrantes de la orquesta. Se cantaba lo que estaba de moda, desde el chotis y los cuplés españoles hasta la sabrosura de los estribillos callejeros.

Las melodías eran construidas con pequeños motivos, por lo general con dos compases y pocos acordes sencillos, fácilmente bailables. Las improvisaciones acontecían al final con el papel hegemónico de la flauta sustituyendo a los solos de piano. Aquí está el secreto del cha cha chá.

Después de la América entraron en la escena la Orquesta Sensación y la Aragón que llevaron a la cúspide el cha cha chá, mezclando el nuevo ritmo con sabrosas células del son y el mambo moderno. Un cha cha chá magnificado.

Los triunfos del cha cha chá
El cha cha chá fue la eclosión de la música cubana a partir de 1953, llenó los bolsillos de los empresarios, Enrique Jorrín contaba que “cuando surgió el número de La engañadora la disquera Panart sufría una bancarrota y se hizo millonaria a costa de La engañadora y del cha cha chá. Con mis aportes ellos se compraron una fábrica de discos, mis grabaciones se agotaban en las victrolas”.

Rolando Valdés, Rafael Lay, Richard Egües y casi todos los músicos de la década de 1950 reconocen que el cha cha chá, impulsado por Jorrín con la América, los puso a comer caliente. “Desalojamos las grandes bandas de jazz band de los salones aristocráticos”, asegura Rolando Valdés. “El cha cha chá varió el instrumental de las jazz band –adiciona Jorrín- . Las charangas para ese tiempo, sólo tocaban en lugares de tercera, en la Playa de Marianao, o en fiestas de negros, de la noche a la mañana, con el auge de La engañadora, se convirtieron en las preferidas.

Las jazz band, tocaban bongoes y maracas y, al verse desplazados, cambiaron éstas por timbales y güiros, incorporaron flautas, timbalitos, güiros y otros elementos, buscando la sonoridad de las charangas.

Jorrín (La engañadora, El túnel, Nada para ti, El alardoso) con el cha cha chá inspiró a otros compositores: Richard Egües (El bodeguero, La muela, Sabrosona), Rosendo Rosell Calculadora), Miguel Jorrín (Espíritu burlón, No te bañes en el malecón), Ramón Cabrera (Esperanza), María Aurora Gómez (El baile del suavito), Jorge Zamora (No me molesto, La basura), Antonio Sánchez “Musiquita” (Poco pelo, Yo sabía que un día).