Hay atletas que corren con el corazón, como Marta Domínguez; algunos, como Sebastian Coe, imponían la computadora de su cerebro, un IBM al servicio de la competición. A otros, una minoría concentrada en la altitud de las cordilleras africanas, les basta con el ADN. A
Tirunesh Dibaba, por ejemplo.
http://elmundodeporte.elmundo.es