Como otros veteranos músicos cubanos, González alcanzó la fama internacional tras participar en el proyecto Buenavista Social Club.
AFP/ La Habana. La música cubana despidió este martes a una de sus leyendas, Rubén González, el "hombre del piano", que falleció el lunes en La Habana a los 84 años, tras haber conocido tardíamente la fama mundial como miembro del Buenavista Social Club.
Mulato, delgado, de estatura media, Rubén González llevaba 10 años jubilado y en el olvido cuando el músico cubano Juan de Marcos tocó a su puerta en 1996 y le propuso integrar el proyecto Buenavista Social Club.
De Marcos y el guitarrista norteamericano Ry Cooder se habían propuesto rescatar a veteranos músicos de la década de los años cincuenta, la época de oro de la música popular cubana, y unirlos en un grupo que hizo historia.
Cuando González llegó al estudio, Cooder afinaba su guitarra en un rincón, tarea que interrumpió al oír las notas de piano que comenzó a tocar el veterano músico cubano.
"De pronto, dejó su guitarra y se quedó mirando el piano. Vino y me dijo algo que no entendí. Luego llegó el viejo Compay Segundo y me dijo 'oye Rubén, tienes loco al grande éste. Le gustó mucho lo que tú estabas haciendo con el piano. Yo lo vi que se puso la mano en la cabeza'", recordó González años después en una entrevista.
Así, Rubén González —en ese entonces de 77 años—, Ibrahim Ferrer, Compay Segundo, Pío Leyva y otros viejos músicos cubanos saltaron a la fama mundial de la mano de De Marcos y Cooder con el proyecto Buenavista Social Club, al que el alemán Wim Wenders inmortalizó en su película homónima.
"Yo pensé que eso se iba a acabar a los dos o tres meses. Pero Juan de Marcos es muy inteligente. Es inteligentísimo", dijo González.
Nacido en el poblado de Encrucijada, provincia de Villa Clara, el 26 de mayo de 1919, Rubén González inició sus estudios de piano a los siete años de edad, en su casa.
Después comenzó a viajar en tren hasta la cercana ciudad de Cienfuegos para tomar lecciones, hasta que se mudó para Santa Clara, la capital provincial, donde empezó a tocar con varias agrupaciones.
Estudió magisterio y estuvo a punto de graduarse como médico en la Universidad de La Habana, ciudad a la que se trasladó en 1940 y donde tocó con varias agrupaciones musicales, entre ellas las de Arsenio Rodríguez y Enrique Jorrín, a fines de la década de los cuarenta.
"El sonido de Arsenio era único. Sigue siendo único. Me dio consejos que me han servido siempre. En la música y en la vida", recordaría años después.
Pese a su popularidad, sólo dejó tres discos propios: una placa de boleros que grabó en 1974; Buena Vista introducing... Rubén Gonzalez, en 1996, y Chanchullo, en 2000. También participó como pianista en numerosos CD como los de Ibrahim Ferrer y Omara Portuondo, también del Buenavista Social Club.
Amante de la música clásica, la que escuchaba en privado, González admiraba al gran Frederick Chopin. "Ese polaco tiene que haber sido muy sufrido porque su música dice cosas muy tristes, como si estuviera llorando la pérdida de alguien muy querido", opinaba.
Durante sus últimos años sufrió una creciente artrosis que le fue afectando las articulaciones hasta que lo postró en el lecho, según contó a la AFP su viuda, Eneida Lima.
El lunes, su muy quebrantada salud no resistió el ataque conjunto de complicaciones renales y respiratorias, y al mediodía, "el hombre del piano", como era conocido en los medios musicales cubanos, dejó de existir.
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