Ni siquiera un 5-1, el servicio en su poder y dos bolas de set a su favor bastaron a la mejor raqueta del mundo para definir la manga ante Rafael Nadal. Roger Federer acabó desquiciado, una vez más, ante el rey de la tierra batida. Ni siquiera en su 'jardín' Hamburgo, donde desde 2002 sólo Mark Philippoussis había logrado batirle, pudo soportar la determinación y el carácter de su Némesis particular.
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