"La historia de Bebo es la de la música cubana"

Entrevista a Carlos Carcas, autor del documental 'Old Man Bebo', nominado a los premios Goya del cine español.

Faltan muy pocos días para la entrega de los premios Goya, pero Carlos Carcas, que cocina por estos días un documental sobre el arquitecto británico Norman Foster, opina que lo importante de llevarse la estatuilla a casa —si es que hay suerte— es que Old Man Bebo siga vivo, respirando. Es el "oxígeno" que la película necesita para salir adelante.
También que más gente pueda conocer a Bebo Valdés y "el amor de un hombre por la música". Este documental, sin duda, va más allá del retrato del último de los supervivientes de la época dorada de los años cuarenta y cincuenta. Es el descubrimento de una Cuba desconocida para muchos, jóvenes y viejos, un viaje al pasado desde el presente, siguiendo los pasos del veterano pianista.

Mientras llega la hora de los Goya, Carcas (Miami, 1968) desentraña para los lectores de CUBAENCUENTRO.com las claves de esa "pieza enorme de la música cubana del siglo XX" que es el viejo Valdés, cómo nació la idea de este filme, el paritorio, ese mundo de sensaciones, y también el reencuentro con sus raíces.

El próximo domingo se darán a conocer los ganadores de los premios Goya del cine español. Old Man Bebo está en la lista de nominados, compitiendo en la categoría de Mejor documental. ¿Qué significa para ti esta nominación? ¿Pensaste alguna vez que podrías llevarte un Goya a casa?
Todavía no sé si me voy a llevar el Goya a casa. Esto es un documental que hice a mano, sin ninguna intención de que fuese comercial. Pensé que le podía interesar a un grupo grande de gente, pero no al mundo entero. No creo que se vaya a ver en Japón, pero tanto el premio de Tribeca como los Goya me dan mucha alegría, porque es oxígeno para la película, le da vida. Cualquier documental es muy difícil de sacar adelante, ya hacerlo es difícil, por cuestiones de mercado, pero que se vea lo es aún más.
Las veces que ha estado nominado para un premio o ha ganado, resurje otra vez. Es bonito que te reconozcan el trabajo, pero lo que me da alegría es la sensación de que la película sigue, que no va a desaparecer. El DVD todavía no ha salido a la calle, el estar nominado al Goya me da una buena sensación de que va a salir adelante y que más gente la podrá ver.

¿Por qué Old Man Bebo?
Para mí, el español y el inglés son como un mismo idioma, porque me crié en un mundo bilingüe. No es que le haya puesto un nombre en inglés, sino que ese título surgió de manera natural. "Old Man Bebo" nace de Old Man River, el tema de Jerome Kern que toca Bebo al final del documental, que tiene mucho que ver con la cultura afroamericana. Estando en el estudio, grabando el disco de Bebo, hice todas las tomas de lo que se hizo en esa sesión.
Cada vez que Bebo empezaba a grabar un tema, yo buscaba una forma distinta, porque era una sola cámara sin cortar. Entonces, cuando se sentó a tocar esta canción, estaba en una situación muy buena a nivel de imagen, y me pareció tan bonito lo que estaba sonando, que pensé: 'yo no sé cuál va a ser el principio o el medio del documental, pero éste va a ser el final'.
Sabía que Old Man River iba a ser el final. Lo tocó y me pareció emocionante. Terminó el tema y sale Fernando Trueba de la cabina y dice: "Old Man Bebo", y de repente pensé: "Tengo el final de la película y tengo el título". Nunca más pensé en otro título. Curiosamente, ha pasado el tiempo y lo estaba viendo hoy y es un bonito juego de palabras. A Bebo le ponen 'Bebo' porque era el primer bebé de la familia, es como el viejo bebé que es él, un niño de 90 años.

La película es también un recorrido por la historia de Cuba y de la famila cubana, un paralelo entre la vida de Valdés y el panorama de la música y el espectáculo antes de 1959 y entrados los sesenta… ¿Fue algo espontáneo, surgió de manera natural?
La historia de Bebo tiene las dos cosas. En el año 2000, cuando Trueba hizo Calle 54, los entendidos sabían quién era, la gente muy metida en la cultura a lo mejor sabía. Mucha gente de mi edad y más joven no tenía ni idea, y de la edad de Bebo tampoco, pero su influencia en la música era muy importante. Todo el mundo habla de Celia Cruz, de Benny Moré, de Rolando Laserie —que creo se oye más fuera de Cuba que dentro— y hasta de Pío Leyva y el filing, pero nadie menciona a Bebo. Reconozco que me pasó lo mismo y esto ha sido un viaje también de búsqueda, de encontrar y descubrir cosas.

¿Qué hizo que decidieras llevar su vida a la pantalla?
A Bebo lo conocí en el año 2000, en el rodaje de Calle 54. Me acuerdo nítidamente de que hacía mucho tiempo que Bebo no tocaba un Steinway, y ese día no paró de tocar. En lo que ponían las luces y las cámaras, tocaba al que le escuchara, y no paró en seis u ocho horas. Hay una imagen de eso en los archivos: un electricista poniendo un foco y él tocando el piano sin parar. Por esa cosa que tiene de buscar la perfección. No quería enfriarse y, además, no le gusta comer cuando trabaja. Cuando graba un disco, toma café americano, que es el que le gusta, porque es un poco aguado, y todo el rato con el café, sin almorzar. Todo el mundo se fue a comer y él se quedó solo tocando el piano. A la hora de cenar, cuando terminó el trabajo, se comió un bistec de los gruesos esos de Nueva York; lo devoró.
Bebo me parece una persona maravillosa. Sabía quién era Chucho, pero no quién era Bebo. Por cuestiones del azar, estuve presente en todas las grabaciones de Calle 54. Y cuando hacían el disco de la big band, Bebo de Cuba, pensé en hacer un documental.
Lo primero que me atrajo de él o de la idea de hacer un documental es su historia, que me parece mítica. Este señor, que estuvo metido en 'todo lo caliente' que se movía por Cuba en los años cincuenta (una década muy importante musicalmente), se va de la Isla y termina en un hotel en el Círculo Polar Ártico, tocándole a pescadores suecos, no sé quién iba a esos hoteles, pero me parece una historia dramática. Y luego, el estar presente cuando él empezó a hacer este trabajo, un señor que en ese momento tenía 84 años, y empieza a tener éxitos, me pareció fascinante a nivel humano, porque Bebo es un gran ser humano.
Me puse a investigar y me di cuenta de que la historia de Bebo es la de la música cubana de finales de los años cuarenta y cincuenta, o sea, estuvo en todo. Pensé entonces: 'si simplemente dejo que se cuente la historia, que lo cuenten las personas que estuvieron presentes, sin meter yo la mano, lo que tiene que salir saldrá a flote de manera natural, empezaré a contar las cosas que él hace y mucha gente puede descubrir'.
Como estaba metido en todas, la gente dice que es la historia de la música cubana. No es que me sentara a contarla, es que su historia es esa. Al mismo tiempo, siempre pensando en la historia personal, que es cuestión de la narrativa o del hilo conductor que me emocionaba.
La gente dice que es la historia de todos los cubanos. Eso lo he descubierto después. Soy hijo de cubanos, nací en Estados Unidos. Lo digo sin tener vergüenza desde que Obama ha jurado. Antes había que poner excusas, pero ya se puede decir sin que te miren mal si vives fuera de Estados Unidos.
Por supuesto que me identifico con su historia, pero en el caso de la proyección que hubo en el Festival de La Habana, que salió la gente llorando y me empezaron a decir: "sí, este es el documental de un gran músico, pero es la historia de todos los cubanos", no pensaba en esos términos. Creía que a los cubanos les iba a interesar la historia, pero no que la reacción fuera tan fuerte.

Siendo hijo de cubanos, ¿cómo fue tu encuentro con Cuba?
Nací en Miami. Mucha gente cree que soy español, pero es que llevo casi 14 años aquí, casi el 30% de mi vida. Me siento muy de Madrid.
Mi madre siempre dijo que yo había nacido en el país equivocado, quizás porque fui el primer hijo de la familia nacido en Estados Unidos. Dondequiera que he estado, siempre me he sentido un extranjero, incluso en mi propio país. Esa es la verdad. Siempre tuve la necesidad de viajar. Antes de pasar por Cuba, estuve en Perú, Haití… No es que de repente dijera: 'Tengo que ir a Cuba'. Además, no es fácil, porque he ido como periodista, como a muchos otros sitios extraños. Cuba es un país que siempre he tenido en el subconsciente. Es inevitable. En mi casa se hablaba español. Cuando fui a la guardería en Estados Unidos no sabía hablar inglés, hablaba español. Luego, rápidamente aprendí inglés. Por eso te decía que para mí son como un solo idioma. Y no estoy hablando de espanglish.
Es el documental lo que me lleva a Cuba. Si hubiera sido la historia de un músico de Senegal, hubiera ido allí. Pero no soy senegalés ni hijo de senegalés. La historia me llevó allí. Fueron emociones fuertes en todos los sentidos. Ir allí, estar con grandes músicos, ver ese lugar que era casi fantástico, del que hablaban mis padres y mis abuelos, que no es La Habana de 2009.

¿Sentiste el reencuentro con tus raíces?
No sé si fue el reencuentro con mis raíces, porque en Madrid siento un reencuentro con mis raíces de un modo muy fuerte. También lo sentía viviendo en Lima y no tengo nada que ver cultural o genéticamente con Perú. Creo que eso se siente en toda América Latina.
La sensación fue de llegar a un país que no conocía, pero me sentía raramente parte de ese lugar. Es muy difícil de explicar. La Habana de hoy no es La Habana de mis padres o mis abuelos… Igual que el Madrid de hoy no es el mismo de los sesenta ni los treinta. Todo va cambiando. El mismo EE UU de 2009 no es el de 1861. Uno siente conexiones por razones de idioma, cultura, música, o por el clima.
Sentí una fuerte conexión. Me identifiqué muchísimo con el lugar y con la gente, pero también hay que entender que no soy de ahí. No es lo mismo un inglés que se crió en Londres, que uno criado en Nueva York, y a lo mejor puede tener hasta el acento, o un chino que se cría en Los Ángeles, y habla chino, pero vuelve a China y le miran diferente. Por eso te digo que me he sentido extranjero dondequiera que he vivido y no es una cosa que me incomode. Cuando se habla de patria y patriotismo, en mi experiencia, eso, al final, termina con la gente cayéndose a palos por la cabeza.

Y el acercamiento a la música cubana. ¿Fue influencia de tus padres o sencillamente te traicionó la sangre?
Me crié con la música cubana, mi madre me cantaba. Haciendo este documental me he encontrado con mi infancia. No me he encontrado a la música cubana, sino a mí mismo. Incluso, en un tema que no está en la película, hay frases de Pío Leyva que mi madre me cantaba cuando servía arroz con frijoles y picadillo, y mi hermano y yo no entendíamos de dónde venían estas cosas. Cuando escucho el disco El sabor de Cuba, me digo: 'Ah, si es que viene de ahí'. Claro, esto estaba en la radio, y mi madre estaba todo el rato cantando y poniendo canciones.
Empezé a entender de dónde venían las cosas de mi infancia. Habiendo nacido en Miami (que el de los setenta no es el de ahora, donde todo el mundo habla español), los alcaldes eran americanos, se hablaba inglés, y recuerdo que cuando el Mariel me decían 'refugiado', y yo decía: 'Yo nací aquí, hablo inglés'.

Has intervenido en muchos proyectos de Fernando Trueba: Calle 54, El milagro de Candeal, Blanco y Negro. ¿Existe una conexión profesional en cuanto a temas, la música cubana y latina…?
Sí, siempre ha estado presente, desde Two Much. He hecho otras cosas por mi cuenta, no es que trabajara exclusivamente para él, pero estaba involucrado o haciendo reportajes sobre sus películas, o participando como cámara. Curiosamente, vine a Madrid a hacer trabajos sobre música cubana que no hubiera hecho ni en La Habana ni en Miami ni en Nueva York. Mucho tiene que ver con el azar, casualidades, momentos y gentes que se juntan.
Estuve en Two Much, pero porque vivía en Miami y estaba trabajando en un departamento de arte, y al mismo tiempo, era freelance y estaba empezando. Tuve un pie metido siempre en el mundo del cine y en el del periodismo, y si hay alguna conexión, es que cada vez se juntan más. Me gusta la ficción, pero no sé si un día me gustaría hacer solamente ficción, y me gusta la no-ficción, pero lo que es noticia pura y dura no me interesa y ha sido cuestión de casualidad. Han salido proyectos, he encajado en cierto modo en cuanto al tema musical porque entendía la música.
Calle 54 fue para mí un proyecto muy natural en cuanto a la música, no porque yo sea mejor que nadie. Había un español, tres franceses, y a todos les encantó la música, pero yo sentía que se me movía el cuerpo de forma natural. Luego, cuando trabajas bien con una persona, te vuelven a llamar. Tuve suerte también en ese sentido.

Después del cortometraje Noche en Lima, de 2003, ¿está entre tus retos hacer más cintas de ficción?
Noche de Lima es un cortometraje sobre dos periodistas. Un cuento corto que me salió en un día, me senté y lo escribí. Es una especie de recuerdo.
De ficción, no. Tengo ideas de cosas que quiero rodar, pero de momento no te puedo hablar del futuro. Me atrae la idea de contar historias sobre personas como si fueran personajes de ficción, pero me interesan los personajes de la vida real, y no soy el único, hay muchísima gente haciendo lo mismo.
Me ha salido un proyecto ahora para ir a la India. Estoy buscando una historia que no sé todavía, porque eso es lo que me gusta del documental: llegar sin saber y encontrármelo. Me gusta ese proceso de descubrimiento. Y tengo otra idea en China, y lo que sé es el lugar, pero no quiénes son los personajes.
 
[Yanet Pérez Moreno, Madrid]




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