En estos tiempos de juegos electrónicos, de bombardeo mediático y materialismo, la creatividad está en crisis y la improvisación e imaginación están en segundo plano, en algún lugar esperando ser rescatadas.
Actualmente cuando un niño o adolescente expresa que está “aburrido” los padres sienten un sentimiento de desesperación irrefutable, pues no se explican cómo es posible que sus hijos no sepan qué hacer cuando existen tantas opciones. Cuando los padres eran niños no existía el Wii, ni el Blackberry, ni las computadoras, y mucho menos Internet, sin embargo siempre encontraban cómo pasar sus días con amigos, jugando en las calles, corriendo, viendo algunas comiquitas en la televisión o incluso compartiendo las actividades diarias con sus padres.
Hoy en día, lamentablemente, asumimos que porque hay más tecnología, hay más distracciones. Debemos reflexionar acerca de las verdaderas opciones que los padres ponen al alcance de sus hijos, en materia de entretenimiento, pues casi todo lo que podemos nombrar implica actividades pasivas, durante las cuales la creatividad de los niños se encuentra en stand by, por lo cual no sienten realmente que están realizando algo que los mantenga motivados y alerta.
Hay quienes opinan que el aburrimiento tiene mucho que ver con la planificación excesiva del tiempo libre por parte de los padres, pues muchas veces éstos están tan ocupados con su vida profesional que sienten la necesidad de llenar la agenda de sus hijos con actividades que no les permita sentirse solos o abandonados, y es así como los niños van del colegio a clases de natación o de música, luego asisten a clases de fútbol y antes de que se den cuenta ya es hora de cenar en casa e ir a dormir.
De lo anterior no se puede decir nada malo, pues es mejor tenerlos ocupados a que incentivar horas de ocio. Sin embargo es necesario tener un balance, pues esta rutina trae como consecuencia que los hijos siempre esperen que los padres les planeen todo, que les digan qué y cuándo hacer y así van como robots por la vida, y lo peor es que lo padres también asumen que ésa es su responsabilidad.
En estos tiempos de juegos electrónicos, de bombardeo mediático y materialismo, la creatividad está en crisis y la improvisación e imaginación están en segundo plano, en algún lugar esperando ser rescatadas. Los niños y adolescentes de hoy día están sobre-estimulados y esperan siempre tener varias opciones para escoger, para no aburrirse y no tener que pensar.
Se recomienda que los padres no sobrecarguen a sus hijos de actividades y que los motiven a buscar diversión y placer en las cosas sencillas, como los juegos de mesa, jugar con sus hermanos, leer o hacer manualidades, pues aunque suene prehistórico, estas actividades les dan la oportunidad de integrarse a un grupo y actuar activamente mientras se divierten.
Incentivar la autonomía, enseñarlos a autodistrarse y a que resuelvan sus problemas por sí solos, debe ser una de las tareas fundamentales de los padres, pues al fin y al cabo los niños siempre encuentran alguna forma de divertirse.