Recorriendo la Langstrasse (1ra Parte)



En Zúrich, ciertos barrios o distritos son más conocidos por el número de su circunscripción que por su nombre, y ciertas circunscripciones son más conocidas por alguna de sus famosas calles o avenidas. Por otro lado, ciertas palabras como circunscripción le enredan la lengua al sapo y por eso prefiere decirlas en alemán; kreis.

Ubicación
La famosa Langstrasse atraviesa los conocidos kreis 4 y 5 de la ciudad de Zúrich.
Su apariencia a lo largo de todo su recorrido es más o menos la misma: luces de neón, carteles chillones en diversos idiomas, bares, kioscos y tiendas de aspecto foráneo-popular, por no decir tercermundista (el sapo dijo tercermundista).
También su olor es más o menos el mismo: huele a comida, a comidas de todo el mundo, y a borrachines de todo el mundo.

En un corto tramo, sin embargo, la calle se convierte en un pasaje subterráneo (continúa por debajo de la tierra... dijo el sapo) que sirve de puente a los trenes y constituye a la vez el límite entre ambos kreis. (…te introduces como un topo en el kreis 4 y vuelves a salir a la superficie en el kreis 5. Y viceversa...)
Este pequeño túnel, además de un mero límite administrativo, marca una especie de límite natural, que notan sobre todo quienes vienen desde el río y recorren la calle en viceversa, como Mr. Frosch.

Al salir del túnel, en efecto, algo cambia. Uno nota que la calle parece más o menos la misma pero que ya no es del todo la misma, pese a ser la misma.
En el kreis 4, el olor a comida y a borrachín se intensifican y, a medida que uno avanza, el olfato y la bragueta empiezan a percibir un olor a sexo mezclado con drogas, frituras, verduras exóticas y orina. Esa misma mezcla de olores despiden también las calles, callecitas y callejuelas aledañas a la Langstrasse y que junto a ella forman el kreis 4, que es adonde se viene en busca de esa mercadería venida de todo el mundo que ofrecen las putas, los camellos, los vendedores de comida y de verdura venidos de todo el mundo.
Es en uno de los callejones de la zona, en un rincón de esos en los que mean los borrachines y los camellos esconden su mercancía, que se distingue algo verde, inerte pero con vida.
Mr. Frosch tiene los ojos más grandes y saltones que nunca. Su cuerpo tieso yace sobre un montón de bolsitas vacías. Le cuesta hablar, su lengua apenas la mueve para limpiarse los restos de coca de la nariz.
Quiere decir algo:

Co…con…Continuará…

[Mr. Frosch]



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