En las dos últimas décadas, Suiza ha acogido a un sin número de refugiados procedentes de diversos lugares del planeta. Como consecuencia de esta inmigración forzada, se ha producido una nueva generación de jóvenes que intenta integrarse en el país que los acogió.
El pasado 20 de junio, se celebró el Día del Refugiado; una celebración salpicada por graves denuncias de Gobiernos y ONGs de las dramáticas situaciones que viven 25 millones de personas que se han visto forzadas a abandonar sus lugares de origen a raíz de persecuciones raciales, religiosas o convicciones políticas (este número, solo se refiere a los refugiados propiamente dicho; sin contar con los asilados económicos y los emigrantes en general que suman alrededor de 180 millones de personas en todo el mundo). Sudán y Colombia, son los dos países que registran un mayor número de desplazados dentro y fuera de su propio país.
Los Gobiernos de la Unión Europea, Suiza y Estados Unidos; son los que mayor acogida han brindado a cientos de miles de refugiados procedentes de todos los rincones del globo. Familias enteras que se han visto en la cruda realidad de salir precipitadamente de sus habitats abandonando sus hogares, objetos y sentimientos arraigados para desembarcar en lugares totalmente desconocidos para ellos y sus pequeños hijos. Estos éxodos se han producido con más crudeza a mediados de los ochenta e inicios de los noventa. Suiza, por tradición y su sentido de solidaridad, es uno de los países que ha acogido un gran número de refugiados que llegaron con hijas e hijos pequeños.
Hablan 3 de los miles de protagonistas
Después de casi dos décadas, niñas y niños pequeños que llegaron con sus padres (casi la mitad solamente con uno de ellos), en la actualidad rondan los 20 a 25 años. latino.ch, ha realizado un corto, pero efectivo reportaje, con una pequeña muestra de estos jóvenes que la mayoría de ellos están ya integrados en una realidad suiza.
J.M. Fajardo (Colombia, 21 años). Un activo y esforzado estudiante en montaje electrónico
“Mi familia y yo procedemos del Valle del Magdalena. Llegamos aquí cuando yo tenía apenas 6 años, así que aquí he hecho todos mis estudios. Vine solo con mi madre y dos hermanas, a mi padre lo mataron allá. Mi madre poco nos habla de ello, pero nos imaginamos como pudo haber pasado. Hace unos años regresamos allá a la tierra mi mamá, una hermana mayor y yo. Todas las propiedades que habían sido de nosotros, de mi padre, están en manos de otras personas. No tenemos nada allí. Mi madre aún piensa en regresar, pero yo y mis hermanas ya nos hemos acostumbrado a vivir aquí en Suiza”.
Dâshmire Vostkic (Bosnia, 24 años). Camarera (Servicetochter) en un restaurant céntrico de Zürich. “Soy musulmana de generaciones, toda mi familia lo ha sido, y por llevar esta religión mataron a mis padres, un hermano y muchos familiares y amistades en mi país. Vine aquí en 1994, solamente yo y dos hermanos pequeños, nos trajeron una ONG suiza y nos dieron todo, desde casa y comida hasta estudios para todos. Para nosotros, este es nuestro lugar para vivir, en Bosnia, no creo, ni sé, si tengo aún familiares”.
Deerif J´ambó (Somalia, 22). Vendedora en un reconocido supermercado suizo
“Vine solamente con mi padre, a mi madre la violaron y luego la mataron los rebeldes. Igual hicieron con una hermana mayor. Mi padre ha regresado a Somalia, yo llevo aquí en Suiza cerca de 14 años, así que ya he aprendido a vivir aquí. Hablo el idioma casi perfectamente y pienso seguir estudiando otras cosas”.
Esta es una pequeñísima muestra de los miles de refugiados que viven en Suiza. Muchos de ellos ya pertenecen a la segunda y tercera generación de extranjeros en este país.