Saca pecho



¡Un laxante! ¡Traigan uno, por favor..! Ojo, Pizarrito –para que nadie se resienta– no era el único empachado con el cardiaco jueguito que Colombia practicó el pasado sábado.

La selección terminó con la panza irritada, empalagada. Y si fue 2-2, Guerrero debería cobrar regalías. Pero cuatro días después, la gente se olvidó de todo, incluso de la precoz rabieta del capitán, de sus desaires y de los goles que hizo en el Play Station.


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