Fue el partido perfecto, el que el Milan necesitaba para eliminar al Manchester United, clasificarse finalista de Champions League por tercera vez en cinco años y reivindicar una temporada que había comenzado bajo los peores auspicios.
El Milan es el mejor equipo del ranking europeo y, en esta ocasión, demostró una vez porqué. El 3 a 0 final, producto de los goles de Kaká (su décimo tanto en la competición), Clarence Seedorf y Alberto Gilardino, se edificó desde el costado táctico, porque los rossoneri estuvieron perfectos y cubrieron todos los sectores de la cancha con una presión incansable y asfixiante, y desde el aspecto técnico, porque los rossoneri no renunciaron a su juego, atacando y defendiendo con el acostumbrado instrumento de la posesión del balón y de la calidad.
Pero sobretodo surgió desde el enorme corazón del equipo, sintetizado perfectamente en la figura de Gennaro Gattuso, verdadero hombre símbolo de este triunfo y por lejos figura absoluta del partido.
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