"Sólo estoy mirando, what happens?", le decía a cada una de las personas que frenaban con sus autos para cederme el paso y que, por poco, me obligaban a cruzar aún cuando yo, lo único que quería era estar parado en la esquina.
Me gusta quedarme parado y mirar alrededor, “what happens?”. Las esquinas son mis lugares favoritos. Pero hacerlo en Zürich pareciera ser una molestia para los conductores. Ellos siempre te van a esperar hasta que cruces la calle. A veces la gentileza aburre, y hasta llega a invadirte. Pero raramente.
Me enteré que en Suiza las matrículas de los autos no pertenecen a los vehículos, sino a sus conductores. De esta manera es más fácil darse cuenta cuán viejo es quien maneja. Además, tan sólo mirando los escudos de los cantones en las matrículas, uno puede saber de dónde viene y quejarse con facilidad: “por supuesto!, es de Berna, por eso maneja como si no conociera las calles”.
Aunque, más llamativo aún, fue haberme enterado que los seguros de los autos que están a nombre de mujeres son más caros que el de los hombres. Si sos mujer, te entiendo, te dolió la noticia, ya sé. También sé qué estás pensando: “qué sistema machista”. No te enojes. Conociendo a los suizos de a poco, creo que, más que “machista”, roza lo “lógico”. Aunque está claro que la línea es muy delgada. Sólo digo. No te enojes.
Así y todo, el tránsito se maneja con cuidado y fluidez por las calles y autopistas, con raros atascos, y un tanto parecido a las navecitas futurísticas que vemos en las películas. Sólo que aún no vuelan.
Los domingos, algunos suizos tienen una particular molestia con la gente que circula con envidiable tranquilidad y más lento de lo normal por las calles. Aquí es donde el famoso dicho “el tiempo vale oro” se pone en práctica día a día, pero, vamos suizos!, es domingo!, los domingos se pasea!