Wilfredo Díaz Valdéz "Construir Desconstruyendo"

El título de la exposición organizada por Daros Latinamerica, puede sonar paradójico, pero más que contradicción encontré en la obra de Wilfredo Díaz Valdéz la lógica del proceso, un cierto orden natural, para construir hay que desconstruir, ir a los orígenes, buscar el núcleo, el centro, el alma.

Wilfredo Díaz Valdéz nació en Uruguay en 1932, es artista de alma, autodidacta, la técnica de artesano carpintero la lleva en la sangre, su abuelo, su padre y por lo que nos cuenta su nieto la lleva también. Desde niño estuvo en contacto con la madera y sus herramientas, tiene un gran respeto por este material noble, que le permite expresarse y transmitir. En algunas de estas piezas lo compara con el hombre, refleja la naturaleza humana en muchas de sus obras. Un hombre de buena madera es noble, auténtico, su centro permanece sano, entero a pesar de lo que le toque vivir. La madera como testigo del tiempo, donde él deja sus marcas, donde el tiempo se materializa.

Los objetos que conforman esta exposición, todos se desarman y vuelven a armar, como un juego de curiosidad. Todos parten de un objeto de uso cultural, una puerta, una butaca, una rueda, las bochas del juego; abriéndolos se transforman en esculturas, nos dejan ver su centro. Todas se vuelven a cerrar guardando el secreto una vez más.

En una de las piezas, Wilfredo nos hace ver como la madera empieza a descascararse, "comienza a volverse polvo otra vez" dice y en esa misma escultura, hecha de un palo de gallinero, nos vuelve hacer notar el centro, 'joven', con todavía mucho tiempo antes de volverse polvo. La madera que usó es el quebracho, el origen de su nombre popular proviene de la contracción castellana de "quiebra + hacha" dando a entender la dureza de su madera.

La Butaca, es un símbolo. Un recipiente de hombre transitorio. Una especie de zona segura, mientras nos sentamos en la butaca estamos seguros, nos apoyamos en sus cuatro patas, de pronto una pata de la butaca se quiebra, nos caemos, nos duele, pero podemos volver a pararnos y apoyarnos en nuestras piernas, nuestra libertad regresa.

Hay contraste entre la corteza exterior de la madera y el centro, hay contraste entre lo intervenido por el artista y lo que no tocó, el contraste es parte del lenguaje, vida y muerte, interior y exterior, antes y después, con sentido y sin sentido, seriedad y juego.

Reportaje: Alejandra Jean-Mairet

FOTOGALERÍA DE GUILLERMO FERNÁNDEZ © latino.ch